El Monte de las Estrellas
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El Monte de las Estrellas
Tras dejar a Laciel y bajar la larga escalinata de los Doce Templos de la Elíptica la diosa protectora de la Tierra se detuvo en la salida del Santuario, justo tras pasar la trifurcación que separaba las áreas principales del refugio. Mirando hacia el cielo pareció afilar su vista un solo instante, presintiendo algo no demasiado bueno que se cernía sobre todo el paisaje. Quizás solo estaba inquieta por la muerte de Clavius, aunque tampoco podía descartar eventos más significativos por venir - más de una vez la providencia había ejercido su peso durante el transcurso de guerras pasadas y las futuras, así como la presente, no eran las excepciones, mucho menos con la experiencia que tenía desde la era de los mitos.
Sin embargo tampoco podía retrasarse más de la cuenta y por lo cual tan solo avanzó, dispuesta a llegar a su nueva meta antes de que tocaran las campanas de la noche.
Un tiempo indeterminado después, en el cual ya el firmamento era más que visible, así como brillante y demostrativo de las ochenta y ocho constelaciones del Zodiaco, llegó al punto más alto y prominente de todo el terreno reclamado por si misma desde tiempos inmemoriales: Starhill. Siendo el sitio donde las predicciones basadas en el cielo eran la norma, así como el punto de entrada al Monte Olimpo, suponía que era de valor investigarlo a fondo; no por nada el Sumo Sacerdote moraba allí de forma constante, intentando predecir y prevenir lo que deparaba el destino.
-...-
Libros, polvo y secretos esparcidos, todo la recibió como si nadie hubiera estado allí en más de un siglo. Sin embargo estaba consciente de que Clavius había visitado el lugar, por lo que su pristina condición era más que sospechosa por si misma.
No, no era solo eso. Todo el lugar estaba ordenado de forma sistemática y consistente, más de lo que el ex-Santo Dorado de Géminis pudiera sugerir en su momento ya que si bien era virtuoso, inteligente y agraciado, sus prácticas de ordenamiento eran, simplemente, nefastas. Esa era una de las características que más lo diferenciaban de su hermano geme---
¿Acaso, entonces, Claudius tenía que ver?
Por historia de los geminianos, era morbosamente posible, y eso lo hacía más duro aún - pero si lo analizaba más cercano a lo que habían demostrado ese par de portadores de los Gemelos, nada la incitaba a pensar en fraticidio.
Y de nuevo, eso lo hacía posible.
-Géminis, el signo que engaña a los dioses.- Murmuró Athena, abriendo un libro para hojearlo rápidamente, con mil y un posibilidades pasando frente a su cabeza. -Tendré que entrevistarme con Claudius cuando regrese al Santuario.- Dijo, recordando las palabras de Lancaster.
Por otra parte, una lluvia comenzaba a caer a las faldas de Starhill, con sus espesas nubes revolviéndose en medio de la empinada y casi imposible de escalar montaña rojiza.
Sin embargo tampoco podía retrasarse más de la cuenta y por lo cual tan solo avanzó, dispuesta a llegar a su nueva meta antes de que tocaran las campanas de la noche.
Un tiempo indeterminado después, en el cual ya el firmamento era más que visible, así como brillante y demostrativo de las ochenta y ocho constelaciones del Zodiaco, llegó al punto más alto y prominente de todo el terreno reclamado por si misma desde tiempos inmemoriales: Starhill. Siendo el sitio donde las predicciones basadas en el cielo eran la norma, así como el punto de entrada al Monte Olimpo, suponía que era de valor investigarlo a fondo; no por nada el Sumo Sacerdote moraba allí de forma constante, intentando predecir y prevenir lo que deparaba el destino.
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Libros, polvo y secretos esparcidos, todo la recibió como si nadie hubiera estado allí en más de un siglo. Sin embargo estaba consciente de que Clavius había visitado el lugar, por lo que su pristina condición era más que sospechosa por si misma.
No, no era solo eso. Todo el lugar estaba ordenado de forma sistemática y consistente, más de lo que el ex-Santo Dorado de Géminis pudiera sugerir en su momento ya que si bien era virtuoso, inteligente y agraciado, sus prácticas de ordenamiento eran, simplemente, nefastas. Esa era una de las características que más lo diferenciaban de su hermano geme---
¿Acaso, entonces, Claudius tenía que ver?
Por historia de los geminianos, era morbosamente posible, y eso lo hacía más duro aún - pero si lo analizaba más cercano a lo que habían demostrado ese par de portadores de los Gemelos, nada la incitaba a pensar en fraticidio.
Y de nuevo, eso lo hacía posible.
-Géminis, el signo que engaña a los dioses.- Murmuró Athena, abriendo un libro para hojearlo rápidamente, con mil y un posibilidades pasando frente a su cabeza. -Tendré que entrevistarme con Claudius cuando regrese al Santuario.- Dijo, recordando las palabras de Lancaster.
Por otra parte, una lluvia comenzaba a caer a las faldas de Starhill, con sus espesas nubes revolviéndose en medio de la empinada y casi imposible de escalar montaña rojiza.
Athena- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 11/08/2014
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